
¿POR QUÉ LA CARNE, SEÑOR, LA TURGENCIA, LAS CÉLULAS
ahítas a lo largo del camino, los secretos
lugares, la oscuridad latente
en ese centro, las pequeñas espinas
que alimentan la sangre? ¿Por qué los huesos, la albura
siempre oculta de los huesos?
¿Los órganos contrechos; esa arritmia, ese dolor
en el insomnio, ese perfume
lento, caminando hacia el espíritu
indeciso, el malestar de lejanía? ¿Por qué si rubio o trigueño
o pelirrojo
el centro? ¿Por qué los muslos fiables, Señor, los muslos,
como agua, leche y mirra? Las rodillas,
Señor, las comisuras entre muslo y pantorrilla?
Esa rayita, Señor, no tan rayita,
justo en el blanco, Señor, ¿por qué?
¿Por qué la oscuridad de los pezones y la línea
convexa de la espalda? Los ojos,
Señor, y las mejillas, las clavículas y el centro,
oscuridad cegada, tan hondo,
tan centro, tan profundo. ¿Por qué la noche
inmensa, el infinito,
en ese centro?
Miguel Aguilar Carrillo. Muchacha en la Playa. Editorial Delirio. 2009


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