Verás, éramos pocos en el pueblo y la isla muy pequeña, casi nadie se imaginaba un mundo ilimitado.
Verás, quiero decir que fuimos pocos, pero sabían todos que con uno sería suficiente.
Y estoy aquí. Estoy sentado aquí. A tu lado.
Y cargo con el peso de los míos, llevo al hombro –y contento– su esperanza.
Verás, éramos pocos y el mar ancho; la tierra escasa y tantos los incrédulos, los que no lo intentaron, los que solo pudieron conocerte entre susurros, rumores, sueños vagos y leyendas.
Verás, se sospechaba que existías, y ahora, yo no sé cómo, te encontramos.
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