El hombre moderno
es el eslabón perdido
entre el mono y el ser humano
Anónimo
es el eslabón perdido
entre el mono y el ser humano
Anónimo
Tengo una buena amiga que me pide
siempre “una poesía
que hable de lo increíbles que somos los humanos”.
Enciendo un cigarrillo –yo no fumo
pero a veces presiento una nostalgia
antigua de otro cuerpo, una actitud–
y me entretengo con pequeños círculos
invisibles e ignoro
a esta amiga querida que adora al ser humano.
Hoy la he visto en el metro
–una pequeña tregua de Madrid–
y hemos viajado juntos por el ruido.
–Habla de los humanos, por favor.
–No puedo, es demasiado.
–Tienes que describirlos, cuando vengan
un día y ya no quede
ninguno, lo que escribas servirá
para que nos comprendan.
–No lo sé. Ya veré.
Entonces se marchó y yo me marché
y nos marchamos todos
a ocupar los espacios liberados.
Y pensé en Maiakovski, con pereza,
pensé en los alienígenas,
pensé en el animal social y triste
que mi amiga reclama,
y leí una noticia sobre ancianos
que se sienten tan solos que roban cualquier cosa
con tal de ir a la cárcel,
el último refugio donde un viejo
que ya no espera nada
puede encontrar un poco de lesa humanidad.
B.C.
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